La respuesta es sencilla: a partir de los tres o cuatro años. Si quieres saber por qué, te propongo seguir leyendo.
Son muchos los padres interesados en que sus hijos comiencen prematuramente a practicar música con algún instrumento. Sin embargo, les suelen asaltar las típicas dudas sobre qué edad es la más idónea para comenzar a practicar música. Diversos estudios científicos han venido demostrando en las últimas décadas que una práctica musical temprana, a partir de los cuatro o cinco años, favorece determinados procesos físicos en el cerebro que contribuyen a un mejor desarrollo de las conexiones neuronales y del sistema auditivo.
Décadas atrás, el japonés Shinichi Suzuki fue un pionero en la introducción temprana de los niños en la práctica de un instrumento musical. Su método sufrió un gran parón debido a la Segunda Guerra Mundial, y fue en Estados Unidos en los años 50 donde se comenzó a desarrollar de una manera más generalizada. Suzuki fue un visionario, propuso que los niños comenzarán a tocar un instrumento musical a partir de los tres o cuatro años, y esto ocurría medio siglo antes de que se confirmaran científicamente los beneficios de esta temprana práctica musical en el cerebro humano.
Actualmente son muchos los métodos novedosos basados en el aprendizaje de la música en edades tempranas, siendo uno de los más conocidos el método Estrellita de Yamaha, que propone un comienzo del aprendizaje a los 4 o 5 años, pues es cuando los niños muestran un gran desarrollo del sentido auditivo. Este método familiariza a los niños con la música a través del oído. Es por lo tanto aceptado, tanto en el ámbito científico como en el pedagógico y en el artístico, que el comienzo del aprendizaje de un instrumento musical a edades entre los tres y cinco años aporta muchos y variados beneficios.
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EVIDENCIA CIENTÍFICA
Son muchos los estudios que se vienen haciendo desde décadas atrás en el campo de la neurología que demuestran que el estudio de la música favorece el desarrollo del cerebro. Se descubrió primeramente que los músicos tenemos más desarrollado el cuerpo calloso anterior del cerebro. Este beneficio de la práctica musical sobre el cerebro es más efectivo aún si la práctica con un instrumento musical se lleva a cabo en lo que se conoce como «sensitive periods», es decir, determinados momentos del desarrollo cerebral que son como ventanas abiertas a las influencias externas, y cuya efecto es muy duradero. Los estudios pioneros fueron la base del fabuloso documental «Mi cerebro musical», ¡no os lo perdáis! Más recientemente, un estudio de la Concordia University y el Montreal Neurological Institute, publicado en el Journal of Neurology, concluye que los músicos que comienzan sus estudios antes de los 7 años de edad desarrollan cambios en la materia blanca, mejor conectividad entre las regiones motoras del cerebro que se encargan del movimiento de los dedos y de la coordinación de ambas manos, además de desarrollar una mayor precisión al tocar el instrumento, y lo que es más importante: cambios duraderos en el comportamiento. También mejora considerablemente el desarrollo auditivo.
¿CÓMO COMENZAR?
Hay un principio básico a tener en cuenta en el estudio musical de la primera infancia: no debemos forzar al niño a tocar un instrumento. Esta obligación podría causar lo que el estudio llama “toxic stress,” lo cual pude producir un incremento de cortisol, una hormona que pude dañar el desarrollo cerebral. Por lo tanto, nunca obliguemos a un niño de corta edad a tocar in instrumento musical, pues el efecto sería negativo. El niño se tiene que acercar al instrumento de una manera lúdica y divertida, tocarlo, mirarlo, manosearlo… De manera que se familiarice con él y comience a experimentar en sus posibilidades sonoras por sí mismo.
La idea de apuntar al niño en un programa de estudios musicales para edades tempranas es la más acertada, desde luego. En todas las grandes ciudades hay academias que ofrecen estudios de este tipo. De no haber posibilidades en tu localidad, te recomiendo que te formes un poco en la didáctica de la música en edades tempranas, a través de la lectura de libros que traten el tema.
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